SERIE: TOMANDO UNA DECISIÓN INFORMADA - Día 6

"He aquí, yo hago nuevas todas las cosas." — Apocalipsis 21:5 (RVR1960)
Reflexión:
El dolor por un aborto es real. Puede ser silencioso, escondido entre actividades, sonrisas forzadas o años de religión. Pero Dios no lo ignora. Él no aparta la mirada de la herida; al contrario, se acerca con manos llenas de misericordia para sanar, no para condenar.
Muchas personas en nuestras iglesias viven atrapadas en el dolor del pasado. Algunas han participado directamente en un aborto, otras han guardado silencio cuando podían hablar. En ambos casos, la culpa pesa. Pero hay esperanza: el Dios de la vida es también el Dios de la restauración.
La Iglesia necesita ser el lugar donde los corazones rotos se restauran, no se juzgan. No estamos llamados a ser jueces, sino embajadores de reconciliación. La gracia de Dios es mayor que cualquier error humano.
Desafío pastoral:
Sanar no borra el pasado, pero sí lo redime y trae libertad. La sangre del Señor Jesús no solo perdona: también restaura el corazón roto.
Oración final:
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