SERIE: TOMANDO UNA DECISIÓN INFORMADA - Día 6

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  Sanidad: cuando el alma vuelve a respirar " Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas ."  — Salmo 147:3 (RVR1960) Reflexión pastoral: Después del dolor, después del arrepentimiento, después del perdón… viene la sanidad. La sanidad no es solo la ausencia de culpa, es la restauración de la dignidad. Es volver a vivir sin temor, sin esconderse, sin tener que fingir que “todo está bien”. Es cuando el alma comienza a respirar de nuevo. Pero la sanidad no ocurre en un solo momento. Comienza con reconocer esa obra perfecta de Cristo en la Cruz del Calvario. Es un proceso guiado por el Espíritu Santo, muchas veces en compañía de personas sabias y amorosas, en espacios de consejería, oración, comunidad y adoración. Es allí donde el corazón herido empieza a recordar que todavía puede latir con propósito. Dios no solo quiere perdonarte y salvarte; Él desea restaurarte , es decir volver a colocarte en Su camino y propósito por el cuál has venido a este mundo. Qui...

INTIMIDAD ANTES DE HACER IMPACTO - PARTE 2

 


Dios habla primero: Escuchar antes de actuar

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen." — Juan 10:27 (RVR1960)


Reflexión:

En una cultura saturada de ruido, opiniones y urgencias, el ministerio dador de vida comienza no con palabras, sino con silencio. No con acción, sino con escuchar primero el corazón del Padre. Porque en el Reino de Dios, impacto no es iniciativa humana, es obediencia revelada a través de Su Palabra.

Jesús no actuaba por reacción. Él decía: “No hago nada por mi propia cuenta, sino lo que veo hacer al Padre” (Juan 5:19). Su vida era una danza perfecta entre comunión e instrucción. Solo así su impacto fue redentor.

Para ser Dadores de Vida, necesitamos cultivar una intimidad que escucha. Escuchar a Dios antes de responder a una necesidad. Escuchar al Espíritu antes de hablar a una persona. Escuchar Su dirección antes de levantar una bandera.

Un corazón apurado no oye. Un corazón ansioso habla primero. Pero un corazón íntimo con Dios se detiene, reconoce su voz y actúa desde la obediencia, no desde la urgencia.


Desafío:

¿Estás actuando porque “hay que hacer algo”, o porque Dios ya te ha hablado? ¿Estás escuchando Su voz o solo tus impulsos?

Haz de la escucha un acto de adoración. Antes de avanzar, detente. Él aún habla a sus ovejas y ellas le oyen… y lo siguen.


Oración final:

Señor, enséñame a guardar silencio para oírte con claridad. En medio del ruido, ayúdame a reconocer tu voz. Que no me mueva por necesidad, sino por obediencia. Habla, Señor… que Tu siervo escucha.
Amén.

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