SERIE: TOMANDO UNA DECISIÓN INFORMADA - Día 6

Reflexión pastoral:
Vivimos en una cultura que banaliza la sexualidad, la reduce a placer, la desconecta del propósito divino. Pero Dios no se equivocó al diseñarla. La sexualidad es parte de su buena creación. No es vergonzosa, ni secundaria, ni descartable. Es santa.
Desde el Edén, Dios creó al hombre y a la mujer con cuerpos distintos, complementarios, diseñados para la comunión, la unidad y la generación de vida. Dentro del pacto del matrimonio, la sexualidad no solo une, sino que honra. No solo da placer, sino que da fruto.
Pero el pecado distorsionó ese regalo. Lo convirtió en mercancía, en dominio, en confusión. Por eso la Iglesia debe enseñar que la sexualidad no se redime por represión, sino por rendición: entregándola a Dios como parte de nuestro discipulado, no como algo separado.
Nuestros cuerpos no son nuestros, son templos del Espíritu y todo lo que ocurre en el templo debe glorificar al Señor. Cuando entendemos esto, dejamos de ver la sexualidad como un tabú o una carga… y comenzamos a verla como lo que es: un don sagrado que apunta al amor de Dios y muestra su imagen, no solo creadora, sino de sí mismo.
Desafío pastoral:
Dios quiere restaurar esta área de nuestras vidas y familias. No para avergonzar, sino para sanar y liberar. La santidad no es represión, es belleza recuperada.
Oración final:
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