SERIE: TOMANDO UNA DECISIÓN INFORMADA - Día 6

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  Sanidad: cuando el alma vuelve a respirar " Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas ."  — Salmo 147:3 (RVR1960) Reflexión pastoral: Después del dolor, después del arrepentimiento, después del perdón… viene la sanidad. La sanidad no es solo la ausencia de culpa, es la restauración de la dignidad. Es volver a vivir sin temor, sin esconderse, sin tener que fingir que “todo está bien”. Es cuando el alma comienza a respirar de nuevo. Pero la sanidad no ocurre en un solo momento. Comienza con reconocer esa obra perfecta de Cristo en la Cruz del Calvario. Es un proceso guiado por el Espíritu Santo, muchas veces en compañía de personas sabias y amorosas, en espacios de consejería, oración, comunidad y adoración. Es allí donde el corazón herido empieza a recordar que todavía puede latir con propósito. Dios no solo quiere perdonarte y salvarte; Él desea restaurarte , es decir volver a colocarte en Su camino y propósito por el cuál has venido a este mundo. Qui...

Redescubriendo el diseño de Dios - Día 3

 


La sexualidad: un regalo sagrado

"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo…? Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios." — 1 Corintios 6:19–20 (RVR1960)


Reflexión pastoral:

Vivimos en una cultura que banaliza la sexualidad, la reduce a placer, la desconecta del propósito divino. Pero Dios no se equivocó al diseñarla. La sexualidad es parte de su buena creación. No es vergonzosa, ni secundaria, ni descartable. Es santa.

Desde el Edén, Dios creó al hombre y a la mujer con cuerpos distintos, complementarios, diseñados para la comunión, la unidad y la generación de vida. Dentro del pacto del matrimonio, la sexualidad no solo une, sino que honra. No solo da placer, sino que da fruto.

Pero el pecado distorsionó ese regalo. Lo convirtió en mercancía, en dominio, en confusión. Por eso la Iglesia debe enseñar que la sexualidad no se redime por represión, sino por rendición: entregándola a Dios como parte de nuestro discipulado, no como algo separado.

Nuestros cuerpos no son nuestros, son templos del Espíritu y todo lo que ocurre en el templo debe glorificar al Señor. Cuando entendemos esto, dejamos de ver la sexualidad como un tabú o una carga… y comenzamos a verla como lo que es: un don sagrado que apunta al amor de Dios y muestra su imagen, no solo creadora, sino de sí mismo.


Desafío pastoral:

¿Estás enseñando y viviendo una sexualidad redimida? ¿Tienes conversaciones que eleven el estándar bíblico, en vez de evitar el tema?

Dios quiere restaurar esta área de nuestras vidas y familias. No para avergonzar, sino para sanar y liberar. La santidad no es represión, es belleza recuperada.


Oración final:

Señor, gracias por diseñarme con dignidad y propósito. Te entrego mi cuerpo, mis deseos, mis decisiones. Límpiame de toda mentira que haya dañado mi percepción de la sexualidad. Hazme un testigo de pureza redentora y que en mi vida, Tu diseño sea restaurado.
Amén.

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