SERIE: TOMANDO UNA DECISIÓN INFORMADA - Día 6

Reflexión:
El aborto es más que una estadística. Es una herida profunda que muchas veces se lleva en silencio, entre lágrimas privadas y culpas no confesadas. Detrás de cada número hay una historia, un rostro, un corazón roto. Muchas de esas historias están sentadas cada domingo en nuestras iglesias, anhelando restauración… pero temiendo ser juzgadas.
La Iglesia ha sido llamada a proclamar la verdad, sí, pero también a aplicar el bálsamo del evangelio sobre las heridas humanas. No hay pecado tan profundo que la sangre de Cristo no pueda limpiar, ni dolor tan hondo que su gracia no pueda sanar.
Cuando hablamos del aborto desde el púlpito, necesitamos hacerlo con amor redentor. Denunciar el mal sin abrazar al herido es fallar al evangelio. Jesús nunca minimizó el pecado, pero siempre ofreció perdón al arrepentido. Así debemos hablar: con compasión y verdad.
Cada aborto deja una huella. Pero también abre una puerta para que la Iglesia sea un refugio y un lugar seguro. Una comunidad que dice: “Aquí puedes llorar, aquí puedes sanar, aquí puedes empezar de nuevo.”
Desafío:
No ignores la herida. No temas hablar. Sé la voz del consuelo, la mano de restauración.
Oración final:
Comentarios
Publicar un comentario
Si quieres comentar, hazlo para la edificación del Cuerpo de Cristo...