SERIE: TOMANDO UNA DECISIÓN INFORMADA - Día 6

Reflexión pastoral:
Una de las mentiras más comunes después de un aborto es que ya no hay retorno, que la herida es demasiado profunda o que Dios no querría acercarse a alguien que ha fallado de esa manera. Esta idea se convierte en una barrera que impide experimentar la gracia restauradora de Dios. Sin embargo, la verdad es mucho más poderosa: no hay herida tan profunda que Dios no pueda tocar, ni pecado tan grande que su misericordia no alcance.
El corazón herido no necesita más juicio, necesita presencia de Dios. La herida causada por un aborto puede abrir espacios de soledad, vergüenza, ansiedad, e incluso depresión. Pero allí, en medio del dolor, Dios no se aparta. Él se acerca con ternura, con paciencia, con verdad y compasión.
Reconocer que hay una herida no es un acto de debilidad, sino el primer paso hacia la sanidad y restauración. Es darle a Dios acceso al lugar donde más duele, donde quizá nadie más ha entrado. No se trata solo de “seguir adelante”, sino de permitirle al Señor, por medio del arrepentimiento y confesión, restaurar lo que fue roto, hablar donde hubo silencio, y derramar Su consuelo donde ha reinado la culpa.
Desafío pastoral:
¿Te has atrevido a presentar esa herida al Señor, tal como está, sin disfrazarla ni esconderla? ¿Estás dispuesto a dejar que Él te toque donde nadie más pudo, incluso en ese lugar de dolor tan íntimo? Como pastor ¿Estás listo para abrazar a todo aquel que ha pasado por el trauma del aborto?
Dios no espera perfección, espera sinceridad y cuando somos sinceros, Él responde con sanidad. Su amor es inagotable.
Oración final:
Comentarios
Publicar un comentario
Si quieres comentar, hazlo para la edificación del Cuerpo de Cristo...